Papudo
El lugar del Cacique Careande
Según reconocen distintas fuentes, en el mes de mayo de 1536, y a solo seis años de la llegada del español al norte chico y el valle central, Alonso de Quintero desembarcó en la playa, bautizando al lugar con el nombre de “el Papudo”, se dice que por el apodo que se daba al jefe de la comarca, el de la gran papada, el caragrande o careande que habitaba en esta costa junto su pueblo alfarero y que se asentaban en los sectores de El Arrayán, Punta Puyai, Lilenes, el Tome. Este sería el antecedente histórico que daría cuenta del reino del cacique Careande. Tras el desembarco del español, simplemente la costumbre bautizó el lugar, de llamarse «del Papudo», a llamarse «Papudo».
Y así fue. Posteriormente el conquistador Pedro de Valdivia, se adueñó de las tierras y de las gentes hasta 1552, todo el valle del Aconcagua era “suyo” lo que incluía los valles de La Ligua, Longotoma, Pullalli, Las Salinas y Papudo.
Fundación Papudo nace en enero del 2020, la semilla gestora de esta institución es el anhelo de aportar de sus creadores. Su fundadora es nativa del lugar de más de tres generaciones, nieta de antiguas familias de pescadores y comerciantes del pueblo y que como todos, fue educada en sus escuelitas básicas. La propuesta fundacional se enmarca en poder retribuir y ayudar a ser cada vez mejores, cuidando de las personas y los niños y especialmente el entorno, la cultura y la calidad de vida, en el marco de lo local, pues hay múltiples y variadas necesidades que subyacen paralelos al desarrollo económico que no lo resuelve todo. Papudo necesita una que esté al servicio de su gente.
En síntesis, Fundacion Papudo quiere mantener y rescatar el alma profunda de las personas que han nacido en esta tierra y también integrar a quienes la han hecho suya desde el amor y el respeto.
Papudo hoy
La comuna de Papudo ha experimentado muchos cambios en los últimos cincuenta años. Desde el punto de vista de su patrimonio arquitectónico, los grandes terremotos han ido extinguiendo hermosas construcciones de principios del siglo XX y finales del XIX. Muy pocas casa y hoteles se han conservado.
Desde lo cultural, se extraña y echa de menos el cine que, ubicado en la plaza, era la delicia de niños, jóvenes y adultos. Allí se realizaban desde actos cívicos a asambleas sociales. Allí se defendió a Papudo para no convertirlo en lo que hoy es Ventanas. Así mismo, las antiguas familias que veraneaban por largas temporadas estivales, emigraron, quedando sólo algunas.
A partir del 1990 el cambio fue más impactante, pues el agresivo desarrollo inmobiliario se transformó en parte del paisaje. El tradicional paseo a las dunas de Lilén pasó a convertirse en condominios privados cambiando para siempre una identidad de paisaje natural, tan preciado por los papudanos.
Hoy en día estamos enfrentando la presión inmobiliaria que no respeta el paisaje ni la identidad de nuestro pueblo. A esto se suma la sequía. Lo que era un vergel para nuestros abuelos, se ha ido reduciendo a una reserva de bosque nativo esclerófilo que solo resiste por su enorme fuerza biológica y endémica. Sus importantes quebradas son los últimos bastiones de la naturaleza, en el paisaje, memoria e identidad para los papudanos, sus hijos y nietos.
Las laderas, las quebradas, los ecosistemas y lo poco que queda del borde costero está siendo amenazado con la irrupción de proyectos inmobiliarios que pretenden ubicarse allí.
La contingencia es el anteproyecto del Plano Regulador que se está proponiendo y las comunidades necesitan conversarlo y defender el patrimonio natural, cultural, arquitectónico y social.
Papudo está hoy bajo la mirada atenta de sus habitantes.


